ANDORRA a tu ritmo: guía de FINDE 🚙 Instantes de Tiempo


Este verano nos escapamos a Andorra, un destino pequeño en tamaño, pero lleno de historia, cultura y paisajes de montaña. Normalmente, vamos de compras, pero esta vez le comenté a Albert que me gustaría conocer el país de los Pirineos un poco más, explorando su lado más auténtico. Aquí os comparto nuestra experiencia para que podáis planear vuestra propia aventura y descubrir lo mejor de este país.

Con Albert en Andorra la Vella

Alojamiento y movilidad

Nos alojamos en el Hostel Font d'Andorra, justo al lado del teleférico de las pistas de esquí de La Massana. Nada más llegar dejamos el coche en un párquing subterráneo justo en frente. La idea era aparcar el coche y movernos en transporte público, aunque al final no fue posible y terminamos usándolo durante todo el viaje. Eso sí, estacionar frente al hostel fue muy cómodo para explorar la zona a nuestro ritmo. Mi consejo práctico es aparcar en zona azul, que suele ser más económica que en parkings cubiertos, aunque a veces toque dar alguna vuelta más. Un detalle que nos encantó es que en muchos restaurantes aceptan perros y algunos incluso tienen menús especiales para ellos. ¡Un destino muy pet-friendly!

Paseo por La Massana

Comenzamos el recorrido en la oficina de turismo, donde además de recibir el mapa oficial, encontramos postales por solo 50 céntimos, un pequeño tesoro para los amantes de la papelería. Desde allí seguimos hacia el Museo del Cómic, visitamos la iglesia local y paseamos por el Camí Ral y el Camí de Santa Catalina, que serpentea junto al río. El trayecto nos llevó hasta la antigua forja, mientras descubríamos la arquitectura tradicional, los puentes de piedra y los rincones llenos de encanto que hacen de La Massana un lugar en el que historia, cultura y naturaleza se entrelazan.


Museo del Cómic en La Massana

Museo del Cómic La Massana – Joan Pieras

El Museo del Cómic de La Massana – Joan Pieras es parada obligatoria, especialmente para los amantes de la ilustración. El espacio rinde homenaje al cómic y la animación con exposiciones temporales, originales de historietas y talleres. Nosotros disfrutamos de la muestra de Jordi Planellas, un dibujante del diario de Andorra, que retrataba con humor cómo vivió el país la crisis del Covid, entre otras tiras cómicas. También se pueden ver exposiciones como "Bajo el cielo de acero" de Joan Mundet, además de talleres semanales para jóvenes mayores de 12 años, donde se enseña desde el diseño de portadas hasta la narrativa visual. Lo mejor: la entrada es gratuita y los horarios se reparten entre mañanas y tardes de martes a sábado.

La Farga Rossell: historia del hierro

Aunque estaba cerrado cuando fuimos, el Centro de Interpretación del Hierro – La Farga Rossell promete una experiencia fascinante para comprender el papel de la siderurgia en Andorra. Allí se utilizaban martinetes hidráulicos para trabajar el hierro, impulsados por agua y que simboliza el ingenio local. Durante la Edad Media, la economía combinaba agricultura, ganadería, artesanía y metalurgia; las fragües seguían el estilo catalán. Entre los siglos XII y XIV, la economía se diversificó aún más con el comercio y el tabaco. El museo abre de martes a sábado durante todo el día, y los domingos solo por la mañana, con entradas a 5 €.


Sant Miquel d'Engolaster

Sant Miquel d'Engolasters

Al caer la tarde pusimos rumbo a las iglesias románicas, y la primera parada fue Sant Miquel d’Engolasters. Las iglesias románicas se pueden visitar de 10 h a 19 h de forma gratuita y todas ella cuenta con su guía. Tuvimos la suerte de contar con Guillem, que nos explicó todas las curiosidades de esta joya medieval y fue una maravilla tenerle de guía. Sant Miquel es sumergirse en el arte románico. Aunque el renacimiento y el barroco llegaron a Europa, Andorra mantuvo su estilo románico gracias al aislamiento. ¡Muy pronto prepararé un video más detallado sobre el románico andorrano!

Casco antiguo de Andorra la Vella

Estábamos bastante cerca de la capital Andorra y cogimos una vez más el coche para descubrir su casco antiguo. Este es sorprendente porque hay que subir cinco pisos en un ascensor que te deja directamente en el barrio histórico. Se pueden visitar calles empedradas, plazas históricas, pequeñas tiendas artesanales y edificios icónicos. Entre ellos destaca la Casa de la Vall, sede del Consell de la Terra durante más de 300 años y declarada Bien de Interés Cultural, aunque nosotros nos la encontramos también cerrada. Además, destaca la iglesia de Sant Esteve, rodeada de casas tradicionales que evocan otra época. Después de cenar disfrutamos de un espectáculo de luz, agua y música y probamos postres en una crepería local. Esta crepería se hizo famosa tras viralizarse en redes sociales por el humor de su propietario, aunque a nosotros nos trató de maravilla.


Espectáculo nocturno en Andorra la Vella

Patrimonio religioso

Al día siguiente planeábamos volver a bajar a Andorra la Vella para visitar un museo muy especial, pero antes quería ver un par de iglesias románicas, más a pesar de empacho que ya tenía Albert. Primero fuimos a Pal a ver la iglesia de Sant Climent de Pal. Después no podíamos saltarnos la visita a Meritxell. La devoción a la Virgen de Meritxell, patrona de Andorra, muestra la influencia de la cristianización en el país. Antes de irnos de Andorra, ya de bajada, pasamos por Santa Coloma, la única con un campanario circular. Allí nos explicaron que las torres servían para comunicarse entre parroquias. Es la única que nos encontramos que era de pago. Entrada combinada a Santa Coloma y Espai Columba por 7 €.

Innovación y diversión

Antes de despedirnos, nos acercamos al sorprendente Museo de la Bicicleta de Andorra. Allí descubrimos proyectos solidarios vinculados al ciclismo, incluso en lugares tan lejanos como Nairobi. También conocimos los retos a los que se enfrentan las ciudades que buscan compatibilizar el transporte a motor con el uso de la bicicleta. Probamos simuladores de montaña y experiencias de realidad virtual para sentir la adrenalina de un descenso como auténticos profesionales. Y, por supuesto, admiramos bicicletas únicas que forman parte de la historia de este medio de transporte. Una combinación fascinante de innovación y tradición que, sin duda, merece un video más extenso.


Museo de la Bicicleta de Andorra


Nuestro fin de semana en Andorra fue un viaje redondo: naturaleza, cultura, arte, innovación y hasta espectáculos nocturnos. Entre iglesias románicas, museos interactivos, rincones medievales y gastronomía local, encontramos un destino que sabe equilibrar historia y modernidad. Andorra es perfecta para escaparse un par de días, descubrirla a vuestro ritmo y llevarse recuerdos inolvidables. ¿Os animáis a planear vuestra propia aventura y dejaros sorprender por los secretos que guarda este pequeño país de los Pirineos?

Adriana

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