El viaje qué cambio mi vida

El otro día una seguidora de Instantes de Tiempo me preguntó cuál fue el viaje que hizo que deseara, pasar el resto de mi vida, seguir recorriendo el mundo. En ese momento no supe que responder, pues un viaje lleva a otro y cada uno de ellos han contribuido a que yo sea la persona que soy ahora. Pero sí que puedo decir que hay dos viajes que marcaron mi vida. Y los dos los hice con mi madre, así que me gustaría dedicarle este artículo a ella. 



Mi primer viaje propiamente dicho, con billetes de avión, hoteles y grandes maletas, fue a los 10 años con mi madre a París. Fue muy importante porque, en esa ocasión, fue cuando realmente me enganché viajar. De hecho fue mi primer viaje en avión, fue una experiencia inolvidable. Me encanta viajar en avión con mi madre, siempre nos lo pasamos muy bien. 



Mi madre lo planeo todo con muchísimo detalle. Pasamos unos días geniales en Disneyland París, incluso recuerdo que nos sobró un día o dos para repetir nuestras atracciones favoritas. Los días allí lo recuerdo como un sueño: desayunábamos y nos íbamos al parque, cuando este cerraba, volvíamos al hotel y pasábamos un par de horas en la piscina, recuperando fuerzas para el día siguiente.



Pero eso no es todo. después de pasar unos días en Disneyland pasamos otros tantos en París. Mi madre lo organizo fantásticamente. Porque si por la mañana íbamos a ver algún museo o alguna iglesia, algo quizás un poco aburrido para una niña de 10 años, por la tarde, por ejemplo, íbamos a un parque acuático cubierto. De esta forma consiguió que me interesasen los museos y además me lo pasé genial. Fue la primera vez que regrese de un viaje deseando que no pasasen muchos meses hasta volverme a subir a un avión. 



El segundo viaje, que recuerdo con especial cariño, y que dio un sentido a mi forma de viajar fue 5 años después. En esa ocasión, viajé a Rumanía, para mí era la primera vez. Pero una vez allí, fue como si siempre hubiera sido de la familia. Es muy difícil poderlo describir con palabras. Me trataron como a una más a pesar de que no nos pudiéramos comunicar con el mismo idioma, me explicaron absolutamente todo sobre su país, su cultura y su forma de hacer. Lo más importante para mí desde entonces fue aprender de ellos. 



Desde entonces cada vez que viajó mi mejor souvenir es haber aprendido algo nuevo. Aunque Albert me recuerda que el mejor souvenir es traer algo de comida. Para mí viajar significa compartir y compartir significa aprender. Y a veces me siento muy tonta por recorrer miles de kilómetros y ver que no somos tan distintos, darte cuenta de que no hacía falta ir a la otra punta del mundo para encontrar gente tan parecida a tus vecinos, ya sea para bien o para mal. 


Así que si me permitís un consejo hoy, en cuanto podáis viajad. Dejar que el mundo os sorprenda y atreveros a volver a casa siendo una persona distinta, más enamorada de la vida y con más curiosidad que nunca. Empezar a coleccionar Instantes de Tiempo. 

Adriana

Comentarios