Ruta en coche hacia Madrid 🥵 | Instantes de Tiempo

La semana pasada fuimos a Madrid. Si, por carretera. Si, en plena ola de calor. Si, con mi madre y con la abuela. Bueno ya sabéis que a ella le gusta que la llamen padrina, pero tengo que reconocer que el resultado fue muy bueno.


Cogimos el sábado tempranito por la mañana la AP 2 dirección Zaragoza. Resulta que en esta ciudad hay un centro comercial que se llama la gran casa y allí se encuentra el centro de oportunidades de El Corte Inglés. Mi madre y mi abuela tienen una obsesión muy sana por El Corte Inglés.

Llegamos un poco temprano para comer pero decidimos pasar antes por la zona de restaurantes. Cuando mi madre leyó las letras del Lizarrán se le iluminaron los ojos. Pero esa ilusión duró poco, se le apagó entre el momento que la camarera no la atendía y justo antes de probar el primer bocado. Nos levantamos de la mesa mientras mi madre comentaba que esto ya no es lo que era. Después de este breve aperitivo fuimos al Vips a por sus famosas tortitas. La verdad es que no hay nada que no pueda arreglar un sirope.

Santa Maria de Huerta

Y una hora más tarde y ya nos tienes otra vez carretera y manta (la verdad poca manta) dirección Madrid. La idea era hacer una parada en Brihuega, qué es un pueblo de Guadalajara famoso por sus campos de lavanda y el festival que se celebra ahora en julio. Pero el calor apretaba y mi madre empezó a encontrarse mal a la altura de Santa María de Huerta.

¡Qué suerte la nuestra! Porque nunca habíamos oído hablar de Santa María de Huerta ni de su monasterio. Este fue construido en el siglo XII cuando se encontraba en tierra de las fronteras entre Castilla y Aragón. El monasterio se fue ampliando hasta el siglo XVI. Llegando a nuestros días donde aún viven creo que unos 12 monjes. Solo pudimos visitar la iglesia que era todo un oasis en esa tarde de verano. Prometimos volver con más tiempo. ¿Sería posible añadir monasterios a nuestro Octubre&Castillos?

La padrina optó por otro sistema de refrigeración. Ella se fue derechita al bar del pueblo y a pesar de que estaba abarrotado consiguió una silla junto a los parroquianos habituales. cuando nosotras llegamos nos ofrecieron limonada de Semana Santa. Uno de esos licores de la Castilla profunda hecho a base de hierbas naturales. Todo un peligro para el chófer de una road trip.

Brihuega

Un poco más descansadas (y fresquitas) pusimos rumbo a la autopista otra vez. Cuando estábamos cerca de Brihuega el GPS nos hizo salir de la autopista y lo que eran tres carriles en una sola dirección se convirtió en una estrecha carretera de dos direcciones custodiada por campos de trigo y lavanda. Y allí, en medio de la nada y la llanura, encontramos una gran bandera de España, algo a lo que los catalanes no nos terminamos de acostumbrar nunca.

Así que decir parar, mi curiosidad de bloguera me impedía pasar de largo. Descubrimos que esos campos de lavanda tan instagrameables siglos atrás fueron un campo de batalla, concretamente de la batalla en la guerra de Sucesión donde murieron algunos borbónicos. Así que se les alzó un monumento, bien custodiado por la gran bandera de España.

A pocos kilómetros la carretera descendía curva contracurva hasta llegar a un hermoso parque justo a la entrada de Brihuega. no fue difícil aparcar. decidimos visitar un poco el pueblo y estirar nuestras piernas. Después pedimos un poco de jamón y algún refresco. A mi madre le gustó tanto el pueblo que dijo que era un buen sitio para pasar unas vacaciones tranquilas. Después de todo, tan solo nos quedaba media hora para llegar a Pozuelo de Alarcón.

Pues claro y vamos a Madrid pero no nos vamos a hospedar en el centro porque teníamos cosas que hacer en Pozuelo de Alarcón. Hicimos el check-in en el hotel, no sabe sentamos un poco y salimos a pasear en busca de un restaurante.

Al día siguiente desayunamos en el hotel lo que habíamos comprado en Brihuega: rosquillas, galletas, una especie de empanada de uva… la verdad es que estaba todo muy rico. El domingo era nuestro día libre, para descansar de los kilómetros del día anterior o recuperar fuerzas para los kilómetros que nos esperaban al día siguiente. Ya que estábamos tan cerca de Madrid no íbamos a perder la oportunidad de pasear por su Gran Vía.

A pesar de que el domingo nos levantamos con un aire fresquito por la ventana decidimos buscar actividades que tuvieran aire acondicionado incluido. Leí en la revista Time Out que habían abierto un nuevo centro comercial en Gran Vía. Según la revista se trataba del centro comercial del futuro con pantallas táctiles y modernos escaparates. Mi madre ya se imaginó una tienda donde no te tengas que probar la ropa, simplemente con mirarte en el espejo esta se pose encima de tu reflejo y puedas ver cómo te queda. Y ya de paso pagar directamente allí con tu móvil contactless.

El Gran Clavel

Pero antes de visitar los tocaba el segundo café del día. ¿Imaginas lo que es eso para mí que no me gusta el café?. Justo delante del Wow Concept está el Hotel Gran Clavel. Tienen una cafetería preciosa con unas camareras super simpáticas y nos atendieron muy bien. La comida era fantástica, el lugar maravilloso y las sillas muy cómodas. Así que nos enfrentamos en nuestra conversación sin darnos cuenta de que de repente la cafetería se había llenado. Hasta que una mujer en catalán nos preguntó si tendrían que pedir en la barra o una camarera aparecería tarde o temprano por allí. Eran mallorquinas, estaban de viaje por placer en la capital, igual que nosotras, estuvimos de acuerdo que era fantástico que a través del catalán pudiéramos hablar con Valencia, Mallorca etcétera… Cuando terminamos de pagar pusimos rumbo al centro comercial del futuro.

Ya os hago un spoiler aquí para no enrollarme mucho con este tema. No nos gustó. Parece más un museo que una tienda. Lo tienen todo tan ridículamente bonito que la gente se hace una buena sesión de fotos y se va sin comprar ninguna prenda. Lo único que me gustó fue que todos los trabajadores de allí, a pesar de estar de pie, les habían puesto deportivas como uniforme. Así podían ver a los turistas cómodamente de pie. No sé cuánto va a durar eso allí.

Chotis en Gran Via

Aunque era temprano para ir a comer decidimos empezar a ir tirando para el restaurante. De repente, delante de la parada de metro de Gran Vía, estaban bailando un chotis. ¡Eso sí que le hacía ilusión a mi padrina!. Pues resulta que su padrastro era muy aficionado al chotis. Hay que decir que los bailarines se lo estaban pasando tan bien que te podrían contagiar sobre guía solo bailando.

Cuando terminamos les propuse bajar al metro de Gran Vía. ¿Nos propones una visita turística al Metro de Madrid a Adriana? Justamente en la parada de metro de Gran Vía han puesto una pequeña exposición de lo que fue en principio Gran Vía en los años 20 y por supuesto esa parada de metro. Es coger el ascensor y hacer un viaje en el tiempo un siglo atrás.

Yo creo que les gustó. De allí ya fuimos al restaurante porque estaban bastante cansadas. Nos habían recomendado mucho una marisquería del centro de Madrid. De hecho tuvimos que pedir mesa el día antes porque si no es muy difícil encontrar mesa. Nos reunimos con una amiga de Madrid que seguro que ya habéis visto en otras ocasiones en el blog de Instantes de Tiempo.

Con Astérix y Obélix en el Caixa Forum

Por la tarde decidimos ir a ver una exposición en el CaixaForum, por supuesto porque la exposición nos parecía muy interesante. No penséis que fuimos por el aire acondicionado. La exposición trata sobre la historia del cómic desde sus inicios hasta nuestros días. Allí me puedo reencontrar con mis cómics de infancia como Astérix y Obélix o Tintín y Milú. También me encontré con diferencias culturales. Mientras estaba observando una lámina de pequeños bichejos azules una mujer detrás de mí gritó emocionada “¡Los Pitufos!” y yo me gire extrañada porque para mí eso siempre habían sido mis queridos Barrufets.

Para esas horas del día, aunque no era muy tarde, sí que estaban muy cansadas y decidimos volver al hotel porque tenía piscina. No es que el Hotel tuviera una piscina justo saliendo de la cafetería, sino que el hotel se encontraba en un recinto residencial bastante amplio que justo en el centro tenía jardines, piscina, pistas de pádel … ¿me entendéis? lo tenían muy bien montado.

Al día siguiente solo nos queda una cosa por hacer en Pozuelo de Alarcón. Habíamos venido por temas de salud de mi padrina la verdad es que salimos de la consulta del doctor muy contentas y tranquilos, pero también muy tarde.

Salíamos de Madrid a mediodía a pocas horas de la hora de comer. Entonces me acordé de una vez que fuimos a Fitur, que se nos estropeó el coche, y que terminamos comiendo en la cafetería de El Corte Inglés de Guadalajara. Así que le dijimos al GPS que nos llevará allí. Qué gran decepción nuestra cuando El Corte Inglés de Guadalajara había desaparecido para convertirse en un centro comercial donde tenían un Hipercor y otro centro de oportunidades. Igualmente, paramos allí porque había parking y nos fuimos a la zona de restaurantes, en esa ocasión omitimos el Lizarrán y preferimos ir directamente al Ginos. Antes devolverá la carretera parada obligatoria en el centro de oportunidades de El Corte Inglés y después de unas compras express ya pusimos rumbo a casa.

Esto son Paciencias

La vuelta la recuerdo más dura. Quizás porque paramos menos, quizá porque teníamos menos tiempo, quizá porque estábamos ya cansadas de todo el día. Paramos en uno de esos bares de carretera con un parking enorme. En ese momento tenía migraña y necesitaba comer algo para poder tomarme la medicación. El camarero de detrás de la barra seguramente nos atendió en castellano pero os juro que no entendí una sola palabra de lo que me dijo. Así que seguí insistiendo con mi bocata. Suerte de mi madre que nos hizo de traductora y me consiguió mi tan añorado bocata.

Mientras tanto la padrina se había pasado por la tienda de souvenirs y compro unas galletas que en un principio parecían ser “Pets de Monja”. Y digo parecen porque en el momento que se las comió estaban súper duras. Le preguntamos al camarero que eran esas galletas y nos explicó que eran para ciencias y se comían poniendo las entienda la lengua y dejando que se fueran hablando poco a poco. Pues está claro que en ese momento no teníamos ni paciencia ni un poco de ingenio para haberlo visto antes.

Un poco más animadas regresamos al coche y a la autovía y ya no hicimos muchas paradas más hasta llegar a casa casi a medianoche. Está ha sido nuestra breve excursión a Madrid. Espero que os sirvan nuestros consejos de ir parando, ir descubriendo la ruta, tanto si hace mucho calor como si no. También de visitar Madrid de forma distinta, las ciudades tan grandes como estás ofrecen un millón de posibilidades para tratarla y lo podéis hacer tantas veces que queráis que nunca vais a repetir el menú.


Me alegro de poder compartir mi viaje con vosotros. Espero que estéis pasando una buena ola de calor, bajo la sombrilla de algún chiringuito o con los pies en remojo, y nos vemos dentro de quince días con consejos de alojamiento. Otro drama de este viaje que os explicaré la semana que viene.

Adriana

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