De excursión por GERRI de la SAL 🏞️ Instantes de Tiempo

El otro día queríamos hacer una excursión que terminase en un buen chapuzón y lo tuve clarísimo. En esta ocasión, compartiré con vosotros nuestro emocionante día explorando las maravillas de Gerri de la Sal y su entorno. Desde una ermita con vistas panorámicas hasta un pueblo medieval y un monasterio ancestral, este viaje nos llevó a través de la historia y el paisaje, culminando en un refrescante chapuzón en las aguas cristalinas de la Noguera Pallaresa. ¡Acompáñanos en esta travesía llena de sorpresas! 


Subimos hasta Gerri de la Sal, pasamos de largo el pueblo y antes de entrar en el túnel del Congost d'Arboló nos desviamos a la derecha donde hay un pequeño aparcamiento con zona de pícnic. Dejamos el coche allí, cruzamos el puente y subimos hasta la ermita de La Mare de Deu d'Arboló. Esta ermita se encuentra en el borde de la garganta de Arboló y ofrece unas vistas espectaculares. Delante de la puerta principal teneis una terraza donde podreis observar las distintas aves que vuelan por allí. También comentaros que esta pequeña ermita se construyó entre los siglos IX y XI en estilo románico, dentro se guarda la imagen de la Virgen María, quien es patrona del Pallars Sobirà, la comarca desde donde hoy os escribo. Si subís os fijareis que la ermita tiene una pequeña construcción al lado y es que hay documentos que atestiguan que allí se encontraba el castillo de Erbolone en el siglo IX, uno de los más antiguos de Cataluña. Y otra cosa que debéis saber es que al lado tenéis un tronco mágico, se supone que si ponéis el pie dentro os va a encontrar una pareja guapa y rica. 

Si dejamos la ermita atrás y seguimos por el camino, un camino prácticamente plano y sin complicaciones, de unos dos kilómetros, en unos treinta minutos llegaremos al pueblo de Gerri de la Sal. La entrada al pueblo por este camino es muy hermosa porque entramos por los huertos, luego vemos el tan deseado rio del Noguera Pallaresa y en frente el pueblo con su famoso puente gótico. 


Curiosamente, el nombre de Gerri, según Joan Coromines, proviene del vasco y se refiere a un espacio abierto. Este nombre le viene al dedo, ya que se encuentra en medio del valle abierto al aire y al sol, dos elementos muy importantes en la principal industria del pueblo. El pueblo aún conserva esos aires medievales con sus empinadas calles, sus casas amontonadas y las plazas porticadas. El pueblo fue creciendo a lo largo del rio.

Si os fijáis, aparte de los huertos, hay muy pocas cosechas alrededor puesto el suelo es bastante árido y rocoso. Así que muchos vecinos se dedicaron a la ganadería. Lo que también tiene el pueblo es una gran fuente de sal. Entonces construyeron unas grandes eres o "piscinas" donde dejaban descansar el agua para que se evaporara y así pudieran obtener la sal, se llegaba a obtener más de mil toneladas de sal al año, así se entiende que la economía del pueblo se basa en el comercio de esta sal tanto en España como en Francia. Lo curioso de todo es que el propietario de toda esta industria era el monasterio y no el pueblo. En el siglo XX empezaron a tener mucha competencia de grandes industrias de la sal, junto a la riada del 1937 que se llevo gran parte de los salares. Actualmente, se han restaurado parte de ellos, más por valor museístico, pues el pueblo vive del turismo. 


Nosotros decidimos andar hasta el monasterio de Santa María. Dejando el puente gótico a mano de derecha llegamos a una pequeña playa fluvial que se estaba de lujo y donde aprovechamos para hacer el primer baño de la jornada. Además, allí mismo, encontrareis un bonito chiringuito donde comeros un buen helado. A menos de cinco minutos llegamos al monasterio. Fue fundado en el siglo IX y actualmente solo queda en pie la iglesia de Santa María junto al cementerio. 

Para regresar al coche solo tuvimos que desandar lo andado. Una vez cruzamos el ultimo puente llegamos al rio donde nos dimos un buen chapuzón. Mi recomendación es que aparte del bañador o toalla os llevéis de esas chanclas bien atadas porque no es muy cómodo andar por las rocas. La verdad es que se estaba tan bien que no nos fuimos hasta que nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo.
 

Y así, mientras el sol se ocultaba tras las montañas, dejamos atrás Gerri de la Sal con corazones llenos de gratitud y recuerdos imborrables. Ya sea contemplando vistas panorámicas desde una ermita románica, recorriendo las calles empedradas de un pueblo medieval o sumergiéndonos en las aguas revitalizantes del río, Gerri de la Sal nos dejó con una experiencia que siempre atesoraremos. ¡Hasta la próxima aventura!


Adriana

PS: Para escribir esta entrada me he valido del libro de "Rutes i castells del Pallars" de Francesc Móra i Presas de la Wikipedia, pues bien, el articulo sobre el Monasterio de Santa María está escrito también en checo y eslovaco, ¿por qué?

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