Aventura en el Pantano de Canelles

En este fantástico domingo de verano os traigo una nueva entrada que espero que sé la primera de muchas ¿De qué hablo? Pues que el pasado lunes los escasos en moto y fue tal la aventura que ya no me pude aguantar más y cuando me sentí a salvo, saqué la cámara para compartirla con vosotros.


Salimos de Lleida a las cuatro de la tarde con la moto. Hago muy a menudo la ruta Lleida-Balaguer-Àger. Siempre paso por el desvío del pantano de Canelles y siempre me digo: "un día tengo que tomar ese camino". El lunes fue ese día.

Fuimos siguiendo el camino, más o menos asfaltado, siguiendo las pistas de "pantano" o "Canelles". Primero nos marcó doce kilómetros, luego quince... Hasta que el camino llegaba a una bifurcación: uno de los caminos asfaltado y el otro de tierra. Obviamente tomamos el asfaltado. 

Pues nos metimos de lleno en el patio de una casa. Nos asaltaron los perros. Salió el hombre. Nos quitamos los cascos y le confesamos que estábamos muy perdidos. Nos dijo que teníamos que tomar el camino de tierra.

Con el corazón en un puño bajamos mucho rato. Suerte que él lleva muy bien la moto. Bajamos hasta el pantano. Se mostraba de un azul maravilloso. Al acercarnos a la orilla vimos unos bañistas. Fuimos bajando y la carretera, que volvía a ser asfaltada, nos llevó hasta un camping.

Aparcamos la moto a un lado del camino. Recuerdo que había unos coches y, también, unas sillas de playa y un kayak. Pero no había nadie. Nos bañamos, nos tumbamos al sol, estuvimos de maravilla. Y nos fuimos para que nos atrapara el atardecer de camino a casa.

Al salir sabíamos que no podíamos seguir por el camino que habíamos bajado así que cogimos el de la derecha. La carretera era asfaltada. Hasta que llegamos a un túnel. Tan oscuro que no se veía el final. En ese momento decidí que esta aventura era digna de ser contada.  

Encendí la cámara y cruzamos. Llegamos a las compuertas del pantano de Santa Ana. Seguimos dentro del bosque. De repente empezó a gritar "¡se me ha cruzado un perro!". Paro la moto y vimos como un cervatillo correteaba colina abajo. En total nos cruzamos con un zorro y una ardilla también.

Al cabo de muy poco salimos a otra carretera. Al fondo, a nuestras espaldas, estaba el majestuoso Congos de Montrebei. Así que no podía ser de otra forma, habíamos llegado Aragón. En esa misma carretera vimos un "Recuerde" en vez de su versión catalana de "Recordi"


Al final llegamos a la carretera nacional que nos informaba que quedaban 54 km para volver a Lleida. Menuda vuelta habíamos dado. Seguimos la nacional hasta casa. Y ahora esta historia es un Instante de Tiempo más en mi colección. 

Adriana


Comentarios